En voz alta, cuéntamelo en voz alta


No sé si a ti te pasa lo mismo, pero mi lista de libros que quiero leerme, de películas que quiero ir a ver al cine o de historias que quiero escribir no deja de crecer y crecer. Y cuanto más larga es esta lista, más miedo me da enfrentarme a ella porque la sensación de que no voy a poder terminarla nunca llega a ser abrumadora. A no ser, claro está, que la noticia que ha aparecido hoy sobre que el ibuprofeno alarga la vida de ciertas especies animales sea cierta (y pueda aplicarse a los humanos) porque entonces lo más probable es que sea inmortal.

Dado que el tema del ibuprofeno no está claro, esta mañana me he dado cuenta de que, sin saberlo, llevo años poniendo en práctica una técnica bastante efectiva para saber qué libro será el siguiente que voy a leer, qué película voy a ir a ver al cine cuando todas las estrellas del firmamento se alineen, y qué historia voy a pasarme día y noche escribiendo hasta terminarla. La técnica de «cuéntamelo en voz alta».

Es verdad que los blogs de literatura y de cine, los buenos (los que están escritos por personas sinceras, honestas, con buen gusto y buena intención, y que no pertenecen a ninguna editorial, productora o grupo fanático), son increíblemente útiles, pero suelen contener tanta información que a menudo me resulta imposible procesarla a tiempo. O tal vez es que yo soy lenta, cosa más que probable. También es verdad que a veces aparecen artículos en los periódicos que pueden sernos útiles, pero ni los blogs ni los periódicos pueden ayudarme a elegir mi próximo proyecto o evitar que escriba una escena horrible y mi técnica sí, o puede intentarlo.

Deja que te siga contando, a lo mejor tú también llevas años practicando este método sin saberlo.

Elige un libro, un buen libro, e imagínate que alguien te pregunta de qué va. Así de fácil, así de normal y corriente. Nada de reseñas ni de disertaciones sobre la vida del autor, nada de hablar del periodo o del género literario donde encaja la novela, nada de técnicas ni de análisis de personajes. Sencillamente di en voz alta de qué va el libro: «Es la historia de una chica muy humilde a la que adoptan sus tíos ricos y la llevan a su casa. Allí sus primas le amargan la existencia y con el paso del tiempo ve como el mundo que la rodea es falso e hipócrita y se ve en vuelta en situaciones muy complicadas e incluso peligrosas. Ella se mantiene fiel a sí misma, se enfrenta a todos y lucha por sus principios y por defender sus sentimientos» Mansfield Park de Jane Austen.

Si cuando dices el argumento en voz alta no te parece absurdo, si dentro de ti sientes que si no la hubieras leído ya volverías a leerla, entonces es una buena novela.

Probemos con una novela mala: «Es la historia de una chica que viaja a la prehistoria y allí, después de horas de sexo dinosáurico desenfrenado, se enamora del Tiranosaurus Rex». Taken by the t-rex de Christie Sims (juro que existe… y que he abierto una ventana de incógnito para buscar el enlace)

Sé que estas novelas se encuentran en polos opuestos y que en este caso es muy fácil decidir cuál quieres leer y cuál quieres eliminar para siempre de tu cerebro, o llamar a la persona que la escribió y preguntarle qué le pasaba por la cabeza, pero con novelas no tan extremas también funciona. Ya verás, así contaría yo, en voz alta, el argumento de una las novelas que más me han gustado este año: «Está ambientada en la segunda guerra mundial, tipo Downton Abbey, la protagonista es la hija de la familia y se enamora del hijo del ama de llaves. Es un amor imposible pero él es un luchador y no se rinde, y a pesar de los años y de todo lo que les sucede -que son muchas cosas- te emocionas en todas las escenas» Un verano que nunca volverá de Judith McKingon

Y aquí va una que me ha dejado (muy) indiferente: «Es histórica, va de una mujer que se casa con un hombre más joven que ella para solucionar un problema. Él acepta porque también le conviene el enlace y porque le une cierta amistad con la dama, pero ambos hacen vidas separadas. Se reencuentran años más tarde y después de mucho sexo deciden que están enamorados». Un extraño en mi cama de Sylvia Day.

Cuando una novela me gusta, cuando la explico a alguien en una cena (tiendo a hablar de este tipo de cosas), doy detalles. Me emociono al recordarla. Cuando una me deja indiferente y la resumo en voz alta, me doy cuenta de que en realidad ya carecía de argumento desde el principio o que ese argumento no esconde ningún secreto y es plano en exceso.

En las películas sucede lo mismo, hace unas noches M cambiaba de canal y vimos que empezaba una película que no habíamos podido ver en el cine y…fuimos a dormir a la una y media de la madrugada. Este es el argumento: «Va de una chica lista con tendencia a elegir siempre al hombre equivocado a la que sus tres ex-novios la invitan a sus bodas. Y ella, porque está loca, decide acudir a las tres. Evidentemente, vuelve a elegir al hombre equivocado cuando tiene al correcto delante de sus narices». Tres bodas de más. No digo que sea una obra maestra del cine, que no lo es, pero sí que tiene un argumento desarrollado y original, y que supieron elegir muy bien a sus protagonistas.

Y ahora una película mala resumida por una de mis hermanas: «Unos robots del espacio quieren destruir el mundo. Otra vez. Sale un tío cachas y una chica de goma». Transformers: la era de la extinción.

Lo ves, si cuentas en voz alta el argumento de una película mala suena incluso más ridículo que cuando lo lees en un blog o en el periódico.

En cuanto a mi necesidad de escribir y de contar historias, no voy a negarte (porque sería mentira) que tengo muchas ideas rondándome por la cabeza. Hay una en concreto que empieza a coger forma y que me tiene completamente secuestrada, pero ayer por la noche le conté a M en qué punto me encontraba del argumento y me lo echó por tierra. Y tenía razón, a medida que me oía contándoselo vi que ese punto de la trama no encajaba y que el comportamiento de la protagonista no tenía sentido. Mi padre siempre dice una frase que es probablemente uno de los mejores consejos que me han dado nunca: «El papel lo aguanta todo, procura que cuando salga de allí también esté bien.» Si un argumento, unos personajes, un diálogo, suena absurdo en voz alta, no diré que no esa novela o esa película no deberían existir (porque es evidente que existen), pero sí que no quiero leerlas ni quiero ir al cine a verlas, y ni mucho menos escribirlas.

Cuenta el argumento en voz alta
Cuéntame el argumento en voz alta

 

¿Tú qué técnica utilizas para evitar perder el tiempo con una novela o una película horrible? Quiero saberlo, yo voy a pasarme meses en esta nueva historia, pero ya tengo previsto qué voy a contarte por aquí la semana que viene.

 

 

 


3 respuestas a “En voz alta, cuéntamelo en voz alta”

  1. Anna es una técnica estupenda! Yo la utilizaba para estudiar, pobre Lua (mi perrita) la tenía frita porqué siempre me escuchaba una y otra vez recitar la lección. Si lo podía decir en voz alta es que lo tenía claro, pero nunca se me había ocurrido respecto a los argumentos y tiene mucho mucho sentido. A partir de ahora te tomo prestada esta técnica. Por cierto, toma nota de Un verano que nunca volverá, tiene una pinta estupenda.

    Besos

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  2. Ayer, justo cuando recibía el aviso del correo en el móvil de esta nueva entrada, colgaba una llamada. Estaba hablando con mi cuñada sobre la cena de nochebuena y… ¡casualidades de la vida!, no tengo ni idea de por qué salió el tema de Perdida. Le dije que se lo leyera, que al principio iba lento, pero luego no podría soltarlo. Lo hice porque pertenece a ese grupo de personas que le recomiendo que lea lo que sea, cada vez que tengo oportunidad, aunque sé que no me van a hacer caso. O, quizás, precisamente por eso.

    Me preguntó cuál era el argumento y le dije «va de un marido… Y hay película, ¿sabes?». Sospecho que, como mucho, verán la película, son más de imagen que de letras. Lo que me recordó una escena de Siempre el mismo día de David Nicholls (cómo lloré con ese libro, sin ser yo de llorar), cuando Dexter le escribe a Emma una carta hablándole de Howards End, novela que ella le ha regalado, y le dice algo así como que llevan doscientas páginas tomando el té y él aún conserva la esperanza de que haya una invasión extraterrestre o algo emocionante.

    Digo lo de «va de un marido…» (¡y es que va de un marido!) porque pienso que existen libros buenos o muy buenos que no van de nada en concreto, nada definido.

    La misión de Perdida es entretener y no tiene nada que ver con el ejemplo que voy a poner ahora, que puede entrar dentro de la categoría de libros que más me han gustado este año. Se trata de Americanah de Chimamanda Ngozie Adichie. De hecho, cuando la reseñé, comenté precisamente eso. ¿De qué trata (sin destripar)? De una mujer nigeriana establecida en Estados Unidos que, antes de volver a su país tras trece años fuera, va a la peluquería a que le hagan unas trenzas y empieza a recordar. No matan a nadie, no hay historia de amor arrobadora, no se hace rica ni cumple sus sueños, no salva la vida de nadie ni realiza actos heroicos… Es más, si entrase en detalles, probablemente aburriría a casi todo el mundo. Y, sin embargo, la sigo recomendando con energía porque a mí me generó esa sensación de satisfacción que provoca un libro bien escrito.

    ¿Cómo elijo? Bueno, depende de para qué quiera hacer la lectura. Pero creo que la forma de contar las cosas sigue siendo muy importante. Otro ejemplo, Divorcio en el aire de Gonzalo Torné. El argumento no me atrae en absoluto, el protagonista me parece odioso por momentos (creo que con toda la intención del autor), pero… me encanta lo arriesgado de su estilo narrativo. Pienso que Gonzalo Torné hizo una labor estupenda con esos párrafos sin puntos, utilizando la sintaxis como herramienta y no como arma, el léxico asequible (creo) para todos pero tan rico. Y esta, precisamente, la recomiendo por eso.

    Y también leo a Sylvia Day y a otros autores de ese estilo, pero ahí está el reto, en escribir sobre el libro (habrá a mucha gente que le guste) sin que se me note que pienso que tengo entre manos un manual de gimnasia no recomendado para menores. Porque no me gusta hacer sangre, pero trato de no engañar a quien me lea ahí.

    Sobre lo de escribir… que no me gusta, se nota, ¿no? A mí me sucede lo contrario, si me pongo en serio, no cuadra nada. Ahora, si estoy disparatando, en voz alta o por escrito, se lo cree todo el mundo. ¡Ya nadie me deja leerle el horóscopo!

    Un abrazo 🙂

    (No sé si me dejará publicar un comentario tan largo… ¡Perdón!)

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  3. Hola Anna

    Pues tu técnica es muy buena. La verdad es que yo no tengo una técnica própiamente dicha. Leo u nlibro o veo una película y cuando estoy en ello, en función de como me atrape considero que es bueno/a.

    Una abraçada.

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