Hoy es el último día del año, dentro de un rato voy a casa de mi hermana a cenar y estoy aprovechando estas horas para escribir, y me he dado cuenta de que realmente existen pocos momentos en mi vida en los que no esté acompañada de un libro de una manera u otra. Y me encanta. No podría imaginármela de otra manera.

Este año he aprendido mucho, me he llevado unas cuantas decepciones y disgustos, me han hecho daño y quizá yo se lo he hecho a alguien, aunque espero haber sabido remediarlo, he conocido a gente lista e increíble, he leído libros sorprendentes, otros que no tanto, y he escrito mucho. Creo que iré por partes para no aburriros más de la cuenta. En realidad no sabía si escribir este post, tengo la sensación de que hacer esta clase de resúmenes es un poco triste y nunca consigues hacer justicia a nada ni a nadie, pero al final me he animado y he decidido estructurarlo de esta manera: escribir, vivir, leer.

•Escribir: en febrero se publicó «Herbarium. Las flores de Gideon» y esa historia en la que me había pasado años trabajando, que sonaba como una locura en mi cabeza, llegó a vuestras estanterías. Tenía miedo, siempre que publico lo tengo, pero con esta novela todavía más porque es una novela distinta, con dos historias entrelazadas profundamente y con personajes heridos, quizá más de lo habitual, y con mucho de mí en ellos. Gracias a «Herbarium» y a todas vuestras críticas y reseñas sé que vale la pena ser atrevida y luchar por una historia aunque parezca que vas contracorriente, y por ese mismo motivo me he pasado el año entero trabajando en la novela que ojalá queráis leer el año que empieza. Dentro de poco os cuento más sobre esta historia, pero creo que aquí, y a estas horas intempestivas (probablemente todo el mundo se está arreglando para la cena de esta noche) puedo deciros que es una novela contemporánea, en la línea de Herbarium aunque completamente independiente, y que dos sus protagonistas se llaman Adam y Charlotte, aunque hay más.

Hace ya unos años comprendí que no puedo dejar de escribir y que tengo que organizarme para poner orden a todas las historias que quiero contaros. Quiero terminar las series que dejé inacabadas al seguir un camino distinto al que me proponía la editorial donde se publicaban pero no quiero hacerlo de cualquier manera. Todos los comentarios que recibo sobre la última novela de los hermanos Martí o la siguiente de Malditos Bastardos son una gran motivación y los releo cada vez que borro algún capítulo o que me frustro, y me frustro porque yo no soy la misma que escribió las primeras novelas de esas dos series. Este año terminaré el manuscrito de la historia de Martina y Leo, será dentro de poco, y lo presentaré a una editorial. Espero poder hacer pronto lo mismo con la segunda novela de Malditos Bastardos. No sé si tendré suerte o qué pasará, y la verdad es que me gusta así. Sé que estas novelas serán distintas a sus predecesoras y estoy convencida de que el tiempo que he tardado en escribirlas ha merecido la pena, que el amor que encontraréis entre sus páginas merece la pena.

•Vivir: A lo largo de este año hemos leído demasiados artículos sobre lo mucho que se piratea en este país y lo poco que se lee. Agata y Olivia me preguntan a veces por qué hay gente que no va a la biblioteca o por qué hay niños que nunca llevan un libro para leer o colorear cuando salen de casa. No sé la respuesta, solo sé que fomentar la lectura es vital, que nadie, o casi nadie, se convierte en lector por arte de magia, que hace falta un buen libro para atraparle y que ese buen libro tiene que escribirlo alguien que se gane la vida con ello.

Agata y Olivia se van haciendo mayores y como todos los niños plantean cada vez más retos. No sé cómo lo hizo mi madre con seis hijos, yo con dos y el trabajo siento que cada día estoy a un tris de perder la cabeza. Y luego llega Marc y me riñe cuando vuelvo al ordenador a las dos de la madrugada porque «necesito terminar un capítulo porque por fin sé que estaba haciendo mal». Escribir no es un trabajo de ocho a seis de la tarde, creo que en mi familia todos, incluida yo, empezamos a entenderlo, y a lo largo de estos meses he aprendido que para escribir hay momentos en los que tengo que alejarme del ordenador y ver lo que tengo a mi alrededor.

Y ya que me he liado a ponerme intensa diré que las redes sociales, aunque me han permitido acercarme a muchísimas personas increíbles, me han decepcionado un poco. No las redes en sí, obviamente, pero no entiendo ni entenderé jamás ciertos comportamientos. Últimamente me siento cómoda en mi blog (no deja de ser mi casa) y en Instagram, y también utilizo Twitter, no voy a negarlo, pero creo que en este momento de mi vida lo que necesito es escribir (corregir, escribir, corregir, escribir, y volver a empezar) e intentar que mi casa no se desmorone.

•Leer: Estoy preparando un post sobre libros, una especie de carta para los Reyes Magos o los Bibliotecarios Magos. Espero terminarlo a tiempo para esa fecha y tal vez echaros una mano en vuestras compras de última hora. Os adelanto que este año he leído libros de distintos géneros, he recuperado algún que otro clásico y que sigue poniéndome de los nervios la gente que menosprecia una novela, la que sea, sin haber leído nada de ese autor o de ese género, y también la gente que solo lee (o finge leer) los libros que salen en los suplementos literarios o en ciertas cuentas de booktubers, instagramers o blogueros.

Pues en esto ha consistido mi año, en vivir, leer y escribir. Gracias 2016 por haberme dado los momentos más bonitos del mundo y también los más difíciles. Estoy impaciente por ver qué hacemos juntos este 2017.