Hace años, cuando aún vivía en casa de mis padres, la noche de los Oscars mis hermanos y yo solíamos quedarnos despiertos para ver la gala. Al día siguiente estábamos todos hechos unas piltrafas, obviamente, pero recuerdo con especial emoción la gala de Titanic (fue en 1998) y la de El paciente inglés (en 1997), en la de Titanic llorábamos cada vez que salían las imágenes de la película y en la de El paciente inglés vitoreábamos porque la película contiene, en mi opinión y la de mi madre, la escena más sensual que ha existido nunca, ese momento «no puedo aguantar más y te beso contra la pared».
La gala de este año no la vi, de las películas nominadas solo había visto Boyhood y la verdad es que preferí leer un rato. Además, hoy en día te conectas a Twitter por la mañana y te enteras de los mejores momentos en cuestión de minutos. Supongo que en este sentido ha perdido magia, antes, cuando no existían las redes sociales, te sentías especial por haber visto ese momento antes que nadie. Ahora, a las ocho y cinco ya sabes que Chris Pine lloró con Glory, que John Travolta tiene las manos muy largas y un peculiar (mal) gusto para las camisas, y que lady Gaga llevaba unos guantes rojos incomprensibles. A pesar de ello, y para honrar mi memoria de cinéfila, escuché algunos de los discursos de aceptación y solo uno consiguió intrigarme y emocionarme: el de Graham Moore por el guión adaptado de la película «The imitation game» (Descifrando Enigma) donde dice que no pasa nada por no ser como los demás.
El discurso del señor Moore (clica en su nombre más arriba y podrás verlo), corto, sincero, honesto, me llegó porque me identifico plenamente con esa sensación de «no encajar», de llevar tiempo nadando a contracorriente y de tener miedo. Lo del miedo sin duda es crónico y fue muy a peor cuando nació mi primer hija, tengo miedo de no hacerlo bien, de equivocarme, de no poder protegerlas de todo mal (incluso de tonterías como que el chico que les guste no les haga caso), de que venga un huracán, de los zombies, de que todo el mundo sea como Belén Esteban…básicamente tengo miedo de todo. Y si a ese miedo le sumas que nadie más parece tenerlo se convierte en algo demasiado fuerte que puede llegar a bloquearte. Hasta que decides arrebatarle todo el poder y descubres que ir a contracorriente está bien y que en realidad tienes a mucha gente nadando contigo, como Graham. No todo el mundo es tan fuerte como aparenta en sus cuentas de Twitter, Facebook o Instagram, ni la vida está tan perfectamente decorada como en Pinterest.
No voy a aburrirte con mi vida personal, solo te diré que desde hace años mi máxima es no dejarme arrastrar por la información que gente que no conozco decide compartir en las redes. En mi vida profesional, el tema es mucho más complicado. Llevamos meses leyendo que el mundo editorial está en crisis y aparecen artículos casi a diario recordándonos un sinfín de temas que van más allá del pesimismo; se publica demasiado y mal, no hay lectores, la piratería aumenta, no se venden libros, los libros que venden son copias de copias de copias (y siguen haciéndolas y encargando más), etc.
Pues basta, he decidido dejar de leer estos artículos y llevo días buscando buenas noticias, o al menos noticias que me animen a seguir escribiendo desde el corazón y nadando a contracorriente. Te dejo estas:
*Un club de lectura ayuda a jóvenes ex presidiarios a no recaer y a luchar por rehacer su vida. El artículo es del Washington Post (sigue el enlace y podrás leerlo entero) y no me negarás que es una noticia preciosa y cargada de optimismo. Estos chicos han descubierto que los libros son grandes amigos y que con palabras, que ellos ordenan en forma de poemas, pueden expresar sus miedos y sus sentimientos de un modo mucho más efectivo que con la violencia. No es una crónica color de rosa, pero es un buen principio para otra vida.
*Lisa Kleypas va a publicar una nueva novela histórica en octubre. Sí, ya sé que esta noticia puede no parecerte espectacular, pero para mí es una señal de que no todos debemos escribir lo mismo y de que podemos seguir creyendo en nuestras historias. Evidentemente no conozco a Lisa, pero estoy casi segura de que a lo largo de los últimos años le han ofrecido escribir una novela contemporánea de tonos eróticos (o grises). Me imagino que incluso le habrán ofrecido dinero por ello (tampoco conozco la situación económica de la señora Kleypas), pero Lisa sabe qué es lo que ella hace bien y se ha mantenido firme, ha estado un tiempo sin escribir, quizá para que su novela no se perdiese en medio de la vorágine, y ahora vuelve.
*El ballet demuestra que no solo está de moda sino que es mucho más sensual y apasionado de lo que creían algunos (muchos) y que hay coreografías que te dejan clavado en el sillón o que te lanzan a los brazos de tu pareja. Empezando por los últimos videoclips de Sia y terminando por la espectacular interpretación que hace Sergei Polunin de Take me to church de Hozier, dirigido por el brillante David LaChapelle, estas obras van a contracorriente y han conseguido enamorarnos haciendo algo distinto: siendo auténticos. El vídeo del señor LaChapelle lleva más de 7 millones de reproducciones en Youtube.
*Goodreads llevó a cabo su votación anual para elegir las mejores novelas del año y las secciones con más votos, es decir, con más gente interesada en dejar su opinión, fueron la de Fantasia (la obra ganadora es «The book of life» de Deborah Harkness) y la de Romántica («Written in my own heart’s blood» de Diana Gabaldon se alzó con el premio). Aquí puedes consultarlo: https://www.goodreads.com/choiceawards/best-books-2014.
No son demasiadas, pero insisto en que son un buen principio y al menos a mí me han servido para no borrar las páginas que llevo escritas de mi próxima novela. Seguirán apareciendo «malas noticias», eso seguro, pero lo de nadar a contracorriente y lo de creer en nuestras historias y en nuestros proyectos tiene cada vez más fuerza y más sentido.

6 respuestas a “A contracorriente”
Estoy de acuerdo contigo los libros siguen apacionando a muchas personas en sus distintos generos , yo me sumerjo tanto en el que vivio las aventuras gracias anna por conpartir este block
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Pues aqui una buena noticia al menos para mi sobrina de 7 años, quien siempre me ve con algún libro en las manos me ha dicho que la lleve a la biblioteca por un libro,esta en segundo de primaria y sabe leer mejor que cualquier ñiño de su edad (aqui hablando una tía orgullosa) y teniendo en cuenta que en mi pais Colombia el porcentaje de lectores no es muy alentador sobre todo si tenemos en cuenta lo dependiente que son los chicos de la tele esto me parece algo genial.
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Hola Anna 🙂
Muchas gracias por tu artículo. Ha sido mi buena notícia del día de hoy. Normalmente me encantan os lunes pero ésta ha sido una semana dura y larga, y leer tus entradas del blogg son como un rayo de luz.
Lo de ir a contracorriente creo que es un consejo muy sabio. Hace tiempo que intento hacer limpieza de todo aquello que me estorbe, me estrese o me deprima. Es algo difícil porque encuentras capacidades de resistencia alucinantes. Pero ahí sigo. Ir a contracorriente me parece una buena forma de marcar mi propio ritmo. Casi no veo televisión, intento leer más, escucho música cuando veo que empiezo a verlo todo gris-oscuro-casi-negro…
Me ha gustado mucho lo que has dicho sobre las redes sociales. No todo es perfecto. Es más puedes crearte una vida que es solo eso, imagen «fachada». Prefiero crear imágenes a través de los libros que leo (ultimamente no mucho por vivir unos momentos que me superan pero sigo leyendo). Uy, voy acabando que si no acabaré escribiendo la bíblia jijijiji
Gracias de nuevo por tus artículos y tus libros.
Un abrazo y muy buen fin de semana.
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Nunca he visto una gala de los Oscar, ni en directo ni en diferido, tampoco las he visto de los Goya ni de otros premios similares. Lo confieso y, al mismo tiempo, me pregunto para cuándo un despliegue similar al de los Goya para una entrega de premios de la literatura… cuando los hagan, claro.
Pero leerte me ha recordado a un profesor sustituto de Lengua y Literatura que tuve en el segundo año del instituto. La titular no era mala, pero éste… Lo llamaba Tarantino (¡no a él!), porque era como Quentin pero en guapo y joven. El día que nos contó lo hecho polvo que estaba por haberse pasado la noche viendo la gala de los Oscar, se subió a una mesa cerca de la mía a leer con acento mexicano el comienzo de un cuento de Octavio Paz. Primero se disculpó por el intento de imitación y luego arrancó un par de veces, ruborizándose, hasta que consiguió, al menos en mi mente, dejar grabada la sensación poética que también se esconde en la narración: “Desperté, cubierto de sudor. Del piso de ladrillos rojo, recién regado, subía un vapor caliente…”
Tras el terremoto, a mí lo que me da más miedo no es que todo el mundo sea como Belén Esteban, sino que tanta gente elija ver a personas como ella humillándose. Lo digo en todas partes, algo no va bien ahí. Pero también estoy convencida de una cosa: tener miedo es lo que nos permite ser valientes.
Y sobre lo de las redes sociales… jajajaja, no me convencen nada estos perfiles que cuentan su vida como si fuese una teleserie americana. Mira, no. Eso y que, como dicen mis amigos, tengo especial habilidad para enfadar a los “sobraos” y me cruzo con cada uno… Es más, lo más bonito que tengo no lo comparto en las redes sociales. ¿Quién en su sano juicio hace eso?
Sobre el mundo editorial… con sinceridad y cariño, cada vez se me hace más difícil respetarlo. Mi admiración se la lleva la persona que hace bien su trabajo, pero porque me lo está demostrando. El negocio esclavista, los favores entre contactos, la demagogia sobre derechos con cero obligaciones, el poco talento enarbolado y las nulas ganas de continuar avanzando, entre otras muchas cosas… es que no puedo con ello.
A mí me llegan ejemplares gratuitos a cambio de reseñarlos y, sinceramente, muchas veces pienso que si hubiera pagado 20 euros por un libro mal cortado, con faltas de ortografía, con traducciones extrañas, mal impreso, etc., por no hablar ya de la calidad del contenido, me volvería a la tienda o reclamaría por twitter, aunque no sirviera de nada. Porque me iba a dar lo mismo, pero me quejaría igual. Y paro aquí porque me cabreo sola.
Así que me parece genial lo de buscar buenas noticias, eso o, como intento hacer cada día con más ganas, centrarme en lo que hay de bueno en mi vida en lugar de todo lo negativo. Salud, salud, salud, que de lo demás ya saldremos.
¡Fin del rollo!
PD. ¡Por fin!, Lisa Kleypas vuelve con una histórica. Las contemporáneas me gustaron, más Sugar Daddy que las posteriores. Las de Friday Harbor no me… no me. Así que espero algo estilo The Wallflowers.
PD2. Mmmm… desde que Amazon compró Goodreads, psss.
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Yo soy de las que todavía, aun tiñendo canas y con hijos adolescentes, sigue quedándose despierta a ver la gala de los óscar, aunque al día siguiente trabaje. Una ventaja del insomnio. Puedo no dormir y aún así, mantenerme funcional 😉
El miedo es libre, y yo creo que lo tiene todo el mundo. Sólo que las mujeres compartimos nuestras ansiedades, y con ello aprendemos a relativizar. ¿Los hombres? Pueden sentir la misma presión o más, lo que pasa es que ellos no lo dicen.
Olvídate de la Esteban. Hay cosas mucho más terribles que pasan por el mundo. Lo que hay que preguntarse es hasta qué punto uno es responsable de ello y qué puede hacer para cambiarlo. Y cultivar la resiliencia.
No te preocupes, siempre se seguirán contando historias, y habrá gente que las siga inventando contra viento y marea y mientras se gana la vida como sea. Porque hay gente que necesita contar historias y otros que necesitamos que nos las cuenten, y necesitará soñar, y evadirnos, o pensar, o lo que sea.
Libros malos los ha habido siempre y lo que hay que hacer es compartir los que nos parecen buenos e ignorar los malos.
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Yo soy otra más, que lucha con el constante miedo a que la violencia nos arrase y terminemos de exterminarnos un día cualquiera… sin embargo, mientras no suceda, nado contracorriente. No tengo por qué llenarme de miedos, de ignorancia o de desvelos justificados, cuesta, pero sí, nadar contracorriente puede ser lo más sano que podamos hacer. Para mi no hay libro malo, no hay historias malas, creo que hay malos contadores de historias… creo que hay tiempo para los libros, cada libro tiene su momento… para toda historia habrá alguien que la necesite, quizás el propio autor, pues es una forma de traspasar fronteras, liberar miedos, cumplir fantasías, satisfacer deseos, amar con todo tu ser y dejar ir con gallardía. Leer nos hace libres: de pensamientos, de sentimientos, de sensaciones, de razonamientos. Amo la lectura, amo las historias que liberan mi mente, que me enamoran de nuevo, que me regresan la vida en un suspiro, que me reviven ante un nuevo mundo, que me despierta oportunidades, que me inspiran…Así que mientras haya historias, seguiré leyendo.
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