La teoría de Gretta


El pasado mes de mayo tuve la suerte de conocer en persona a Susan Elizabeth Phillips, uno de los pilares de la literatura romántica contemporánea. La señora Phillips nunca ha sido una de mis escritoras preferidas, leí su serie más famosa, los Chicago Stars, en su momento y aunque disfruté mucho con ella no llegó a marcarme. Pero sí que siempre he creído que es una mujer lista con mucho talento, una gran capacidad de trabajo y muy generosa; no se cansa de dar consejos a aspirantes a escritor y recomienda constantemente libros de otros autores (algo de lo que sin duda todos podríamos aprender). La visita de la señora Phillips fue anunciada por su editorial, Ediciones B, durante semanas y yo me planteé ir, pero era sábado y me faltan horas por todas partes, así que descarté la idea. Hasta que las organizadoras del evento y la editorial tuvieron el gesto de invitarme (gracias de nuevo) y mi hermana Marina (gran lectora del género y admiradora de la señora Phillips) se decidió a acompañarme. Con los canguros organizados y zapatos de tacón y maquillaje para la ocasión nos fuimos a Barcelona cargadas de libros.

No voy a contarte cómo fue el evento (si sientes curiosidad puedes encontrar muchos y buenos posts sobre el tema), voy a contarte que la señora Phillips me dio uno de los mejores consejos que me ha dado nadie desde que me dedico a escribir: «Tienes que hacer respetar tu trabajo. Tienes que plantar cara a cualquiera que intente robártelo o que no quiera pagarte por él y tienes que exigir que lo traten con la dignidad y la profesionalidad que se merece». Después de esa frase, que se quedará conmigo para siempre (de hecho me estoy planteando hacer una lámina con ella y colgármela en el despacho), la señora Phillips me recordó que un libro, del género que sea, son meses o años de trabajo y que si nosotras, los autores, les dedicamos tanto, es obvio que los otros involucrados en el proceso tienen que hacer lo mismo. Pero, ¿qué sucede cuando eso no es así?

La señora Phillips me contó que antes de llegar a España había estado leyendo sobre nuestro mercado editorial y que se había quedado horrorizada con la altísima piratería que sufríamos y lo «bajas» que eran, por tanto, las ventas reales de libros. Ella sacó el tema y se quedó ojiplática cuando una persona le contestó que aquí, sencillamente, no se puede hacer nada. Otra de las personas que participaba en esa conversación le explicó que muchos «piratas» se justifican del siguiente modo: 1) el precio de los libros (sin duda este tema da para otro debate), 2) la supuesta publicidad que hacen después de piratearlos y 3) si alguien tiene «la suerte» de escribir no pasa nada si yo le robo su trabajo.

Sí, sin duda el mercado norteamericano no puede compararse al español, pero la última excusa es como si alguien entrase a trabajar en Zara porque le hace ilusión y entonces su jefe le dijera: «mira, como a ti te hace ilusión estar aquí, tú no cobras». Pues con los libros y los escritores igual.

Bueno, si has leído hasta aquí tal vez te preguntes quién es Gretta. Gretta es el personaje que interpreta Keira Knightley en la película Begin again, vi la película hace tiempo y me dio mucho que pensar. En la película, Gretta es una compositora que tras romper con su novio, que le es infiel, conoce a un directivo de una discográfica que pasa por una situación personal y emocional muy complicada. Si no la has visto, te la recomiendo, pero la escena que a mí me afectó tanto sucede al final. El ex directivo, interpretado por el genial Mark Ruffalo, consigue que Gretta grabe un disco con sus composiciones y músicos amigos y, tras meses de trabajo no remunerado presentan la grabación a una súper discográfica. Los señores de la discográfica le dicen que sí, que le producirán el disco, pero que dado que ella no es Madonna va a tener que hacerlo todo ella; la publicidad, las maquetaciones, etc. Todo, absolutamente todo. Pero claro, ella tendrá un disco producido por la gran discográfica y será súper feliz en el país de los unicornios.

Gretta, que en ese momento se convirtió en mi ídolo, les contesta que no. Les dice que claro, que si ellos de verdad creen en ella deben invertir en el disco parte de su tiempo y de sus recursos porque si todo el trabajo lo va a hacer ella, ¿por qué diablos tiene que cobrar solo el 10% y dejar que ellos, que no van a hacer nada, se queden con el 90% restante? Bravo Gretta.

No soy idiota, entiendo que si una discográfica, una editorial o una productora invierte mil millones en un disco o en un libro quiera recuperarlos. Pero por la misma regla de tres es de cajón que si no invierten nada en ti no harán nada para ganar dinero contigo porque ¿por qué tienen que hacerlo? Si va bien, genial. Si va mal, no han perdido nada, ni tiempo ni dinero. Es imposible vender cien miel entradas para un concierto si solo te organizan una pequeña actuación en un bar de tu ciudad. Pues con los libros igual.

Gracias a Gretta y a la señora Phillips he recordado que debo valorar y respetar mi trabajo porque si no lo hago yo, ¿cómo puedo esperar que lo hagan los demás?

En la película, Gretta cuenta con un grupo de amigos músicos, compositores como ella, o incluso empresarios como Mark Ruffalo, que la apoyan y se apoyan entre ellos. Incluso su ex novio, el mismo cretino que le es infiel, se comporta como un profesional al final. Entre los escritores de aquí, los aprendices de escritores, los juntalentras, llámalo como quieras, también debería existir esta profesionalidad. No digo que debamos comportarnos como si nos hubiésemos fumado algo, es obvio que no se puede ser amigo de todo el mundo, pero deberíamos comportarnos como personas decentes y poder hablar de cualquier tema profesional con objetividad, elegancia y con el único objetivo común de conseguir que el mercado, las editoriales y nuestros lectores nos tratasen lo mejor posible a todos.

Con este post tan íntimo quiero decir que estoy harta, muy harta, de ver cómo se piratean mis libros, de no ser tratada con la educación y el respeto que nos merecemos todos los profesionales, del sector que sea, y de tener a mi alrededor gente que no solo no ayuda a los demás sino que disfruta creando mal ambiente y atacando el trabajo ajeno.

Me despido con la gran Aretha Franklin que tenía mucho más talento que yo y supo exigir que la respetasen como nadie.

Y por último, una cita de la desternillante y brillante Amy Poehler.

nada más que añadir...
nada más que añadir…

8 respuestas a “La teoría de Gretta”

  1. Quien crea un producto y lo pone en el mercado, tiene derecho a cobrar por aquello que realiza y otros disfrutan.
    Hasta el Harlequin más sencillo es imposible de escribir si no tienes cierta técnica y no le pones tu tiempo y tu creatividad.
    En cuanto a la piratería, qué voy a decir. Ya he dado mi opinión al respecto en la pestañita M&MB en mi blog. Simplemente, trabajar gratis se llama esclavitud.

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  2. ¡Ay, que leí esta entrada desde el móvil en su día y no la había comentado! Podría soltar una de mis parrafadas y aun así no terminaría de expresar del todo qué pienso sobre este tema. Así que solo te voy a mandar ánimo para sobrellevarlo y a lanzar una pregunta: si todos, incluidos los trabajadores de Zara que se dedican a doblar camisetas o las personas que están en prácticas sacando adelante trabajo real gratis hiciésemos respetar nuestra labor, ¿habríamos llegado a la situación en la que estamos ahora a nivel general?

    Un abrazo!

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  3. Mi pequeña aportación a esta entrada se va a resumir en un pensamiento mio propio
    «Si tu escribes, me gusta lo que leo y disfruto de ello, pago por tu trabajo. Si por lo contrario no me gusta lo que leo, no vuelvo a invertir ni un céntimo en el.
    Si escribir y enamorar al lector fuera tan sencillo, todo el mundo escribiría, pero no es así.»
    Yo he pagado por tu trabajo. Espero no tener que dejar de hacerlo

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