Perder el tren y la estación entera


Cuando estudiaba derecho tenía un profesor de derecho tributario que utilizaba siempre esta expresión, «perder el tren», mientras además nos trataba de usted. Me ponía los pelos de punta. «Ustedes van a perder el tren si no hacen esto o esto otro» (él no decía «esto», obviamente, puedes rellenar este espacio con cualquier tema fiscal que se te ocurra). El hombre nos tenía aterrorizados a la mitad la clase, a la otra mitad no porque esos estaban convencidos de que iban a dominar el mundo en plan La Tapadera de John Grisham. Una tarde tuve que ir al despacho de ese profesor, estábamos haciendo un trabajo en grupo y teníamos que pasar unas tutorías con él. Lo cierto es que fue interesante, aunque yo siga sin saber qué ventajas o desventajas tienen ciertas reformas fiscales, y cuando nos despedimos de él nos dio la mano a cada uno en plan muy formal. Recuerdo que a mí me dijo «señorita, perderá el tren si no incorpora a su plan de estudios más asignaturas de derecho fiscal y tributario».

Dejando a un lado que yo en mi mente me imaginaba ese tren como un vagón lleno de asientos de cuero rojo con el Doctor No o el malo del Inspector Gadget sentado en la presidencia, el consejo de mi profesor era bienintencionado. Pero, ¿de verdad es tan horrible que perdamos uno o dos trenes, o cientos? A veces perder un tren en concreto es lo mejor que puede pasarnos. Sé que el problema es que no sabemos de antemano si un tren es el bueno o el malo, pero aun así, creo que es bueno perder alguno de vez en cuando. A menudo las mejores historias surgen cuando estamos donde no debemos estar y en el peor momento posible.

Perder el tren
Perder el tren y encontrarte a ti…

No es que yo sea una persona muy «zen», la verdad es que ayer mismo estuve al borde de un gran ataque de histeria porque mi ordenador decidió convertir él solo (yo insisto en que no tuve nada que ver) el archivo de 400 páginas en el que estoy trabajado en un compendio solo de números. Yo llamé a Marc porque se supone que ese es su trabajo, ¿no? consolarme y decirme que no pasa nada, que él podrá arreglarlo porque introdujo en mi ordenador un arma secreta y que todo saldrá bien. Me aterroricé cuando Marc me dijo que apagase el ordenador y me fuese a otra habitación. «No lo toques más y lee un rato», esas fueron sus palabras exactas y yo, desesperada como estaba y planteándome qué haría si de verdad había perdido mi archivo, le hice caso. Elegí un libro que llevaba mucho tiempo en casa y fiel a la suerte que estaba teniendo resultó ser surrealista y exactamente lo que necesitaba porque me crucé con la frase: «palpitante almeja». No es un libro de cocina y sí, la almeja es exactamente lo que estás pensando. Primero me reí, por eso digo que fue exactamente lo que necesitaba, pero después me enfadé y me quedé con ganas de escribirle a la editorial y al traductor (un hombre, sí, a veces, aunque sé que es políticamente incorrecto, creo que hay ciertos libros que quedan mucho mejor si los traducimos mujeres) y preguntarles si realmente no se les había ocurrido ninguna palabra mejor que «almeja». Al menos una que no diera ganas de cerrar el libro o que no te provocase un ataque de risa.

En fin, dejando a un lado (y bien lejos de mí) el libro de la «palpitante almeja», hay muchos libros en los que el protagonista «pierde el tren» y vive una gran historia, la única que le da sentido a su vida. Estos son unos cuantos de los que más me han gustado últimamente y prometo actualizar Goodreads y dejar allí mi opinión completamente subjetiva por si te apetece leerla. Los libros te aconsejo que los leas.

RecomendacionesPerderElTren

En cuanto a mí, puedo afirmar que he perdido un montón de trenes, algunos lo he lamentado, pero la mayoría no pues me han obligado a enfrentarme a mis miedos y a hacer cosas que de otra manera quizá no habría hecho. Además, mientras esperaba en la estación siempre se me ocurría alguna historia que escribir.

No puedo despedirme sin dar las gracias a todos los que habéis leído «Vanderbilt Avenue» estos últimos meses y a todos los que me felicitasteis por el Premio Titania. GRACIAS. Ninguna de estas novelas existiría si no hubiese perdido muchos trenes y en el caso de «Herbarium. Las flores de Gideon» especialmente. Puedo decir que «Herbarium. Las flores de Gideon» es la novela que llevo años escribiendo, soñando, esa que de verdad creía que nunca me atrevería a enseñarte y que gracias a un tren (que perdí) mandé al concurso. La novela se publicará en febrero del 2016, pero yo, si me lo permites, te iré contando cosas sobre ella y sobre muchos otros temas, a menudo sin demasiada lógica, por aquí.

¿Tú has perdido muchos trenes? ¿Crees que tu vida sería distinta si te hubieras subido en ellos? ¿Te gustan las novelas con protagonistas imperfectos como a mí o prefieres que lo tengan todo claro desde el principio? Me voy antes de que te inunde a preguntas. Besos.

Por cierto, Marc, que se define a sí mismo como «súper-freak-informático-arreglatodo», salvó el archivo y recuperé las 400 páginas 🙂


7 respuestas a “Perder el tren y la estación entera”

  1. Hola Anna

    Com anem?

    Pues quizás el tren que cogí y en el cual me lo pasé mejor fue el de los estudios. Siempre pensé en ir a la universidad y la verdad es que me encantó. Ahora quisiera volver pero no puedo. Así que he cambiado de vía y sigo estudiando por otras vías. Mira qué metafórico todo 😛 El único tren que descarriló un poco fue una experiencia laboral que me enseñó muchas cosas. Así que en parte lo agradezco por todo lo aprendido.

    Yo creo que cada uno tiene que coger sus trenes. Sin mirar en el resto de vías. Al fin y al cabo el viaje lo haremos nosotros mismos con nuestro equipaje así que libreta y pluma en mano para tomar apuntes sin dejar de disfrutar del viaje. Uy, qué metafórica estoy hoy.

    En el tema de la vida rebelde del ordenador te entiendo perfectamente. Con todos mis respetos a los informáticos en general (y está mal generalizar, lo sé) no estoy nada de acuerdo con la frase «tu ordenador es una máquina que hace lo que tú le dices». Pues entonces mi portátil es un rebelde con causa, premeditación y alevosia.

    Gracias por tu entrada en el blog. El viernes ha mejorado mucho. Enhorabuena de nuevo por tu premio Titania.

    Molts petons i una abraçada.

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    • Hola, Montse
      Yo también he estado en este tren laboral que descarrió y lo cierto es que sí, se pasa muy mal, pero lo bueno es que logramos sobrevivir y que como bien dices tú aprendimos muchísimo de la experiencia. Me alegro mucho de que sigas estudiando y que estés luchando por hacer realidad tus sueños e ilusiones. Creo que mi portátil y el tuyo son hermanos que los separaron al nacer porque te aseguro que el mío, a pesar de lo que diga todo el mundo, tiene vida propia y hace lo que le salen del disco duro.
      Gràcies per visitar-me i per les teves paraules, tinc moltes ganes de que puguis llegir la novel.la del premi :-*

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      • Hola Anna!

        Por el tema portátil seguro que si. Separados al nacer. Yo intentaré vender el mío nunca había «sufrido» tanto con un ordenador 😦 La tecnología + yo misma = the twilight zone.

        Aaaains la novel·la del premi. Ja tinc agenda pel 2016 i ja ho he apuntat al mes de Febrer. Més que una agenda seria un recordatori literari.

        Un abrazo y muchos besos.
        Una abraçada enorme y molts petons.

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  2. ¿Sabes? Odio la metáfora de los trenes. Me suena a fabulosas y reales oportunidades perdidas. Prefiero ver la vida como puertas que se cierran, como un embudo, que poco a poco se va estrechando y cada vez te vas quedando con menos opciones. Pero puede que esas puertas que no abriste no tuvieran nada particularmente interesante y que lo que tienes, aunque no sean muchas opciones, sin embargo, merecen la pena.
    Creo que mi vida sería distinta si hubiera decidido abrir otras puertas, seguir otros caminos, pero no me puedo quejar de la que tengo, y prefiero pensar en las opciones que aún me quedan.
    En novelas, la verdad es que ya no sé. Hay protas imperfectos que seducen y otros que son cansinos con sus angustias. Cada vez valoro más los tipos nada complicados, alegres, que sean el reposo de la chica guerrera. Y no me importa que tengan claro desde el principio sus sentimientos.
    Aparte de eso, yo guardo buen recuerdo de mi profe de tributario, al menos me enseñó a hacer la declaración de la renta, y me decía yo a mí misma que siempre podría ganarme la vida con eso. ¡Ah, y también que la ley de presupuestos es la más importante y política de las que aparecen en el BOE!

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