A medida que nos hacemos mayores nuestros gustos son cada vez más definidos, eso o cada vez nos da más miedo probar cosas nuevas o más vergüenza. Yo intento que no sea así, probablemente más desde que tengo a Ágata y a Olivia porque me parece muy hipócrita decirles que tienen que dar una oportunidad a todo (libros, comida, películas, personas) antes de descartar si les gusta a o no y no hacer yo lo mismo. Tengo que confesar que gracias a esta pseudo impuesta obligación de probar cosas nuevas, de salir de mi zona de confort como dicen los anglo parlantes, he descubierto unos libros muy interesantes (te hablaré de ellos en otro post), una película muy romántica (The Huntsman: Winter’s War) y he probado el pez mantequilla (se llama así de verdad).
Los gustos, nuestras preferencias, nuestras pasiones nos definen como personas y está bien que esa definición cambie con el paso del tiempo, señal que no somos del todo idiotas, pero hay una parte que siempre permanece y que sin ella no seríamos nosotros. En mi caso es el amor, la fascinación que siempre he sentido por este sentimiento y todo lo que le rodea y que de mayor me ha dado también mi vocación y mi profesión: escribir.
Para mí el amor es como para otra niña un balón de fútbol, una pizarra de profesora, unos pinceles para pintar, una bata de médico o unas tijeras de peluquera, en cuanto apareció en mi vida todo lo demás desapareció. Con el paso del tiempo fui sofisticándome, descubrí los grandes clásicos de la literatura y del cine y también fui capaz de teorizar sobre el tema gracias a profesores de literatura y de filosofía, pero he decidido escribir este post para contarte cómo fue mi flechazo con el amor sin tapujos y sin adornos. Espero que te animes a seguir leyendo y que al final me cuentes cuándo tuviste tú tu flechazo con tu vocación o quizá también con el amor y la literatura romántica.
Mi primer flechazo con el amor fue «Candy Candy» una serie de animación japonesa (ahora sabemos que se llaman Anime) que trata sobre una huérfana, Candance -Candy- White que se cría en el orfanato de la señorita Pony del que se va de adolescente para ser la acompañante de Eliza Lagan, familia en la que sufre un montón de penurias hasta que la adopta William Audrey (tardamos un montón de capítulos en saber la verdadera identidad de William) y allí conoce al amor de su vida, Anthony, y también a los hermanos Cornwell y vuelve a encontrarse con los Lagan. En fin, que Anthony se muere en el accidente más absurdo y cruel y de la historia y Candy es muy desgraciada, luego se va a Inglaterra y se enamora del hijo de un duque, pero eso ya me dio igual. Con «Candy Candy», que aún no entiendo cómo emitieron aquí en la tele hace tantos años (si clicas sobre el nombre de la serie que está en rojo podrás oír la canción en español), me enganché por completo al amor y mi hermana y yo fuimos sin saberlo unas adelantadas a los fan-fic pues escribimos y dibujamos un final alternativo a la historia de Candy y Anthony. Años más tarde también me enganché a «Juana y Sergio», que en realidad se llamaba «Dos fuera de serie», pero eso fue distinto.

Mis dos otros grandes flechazos televisivos, y que reafirmaron que lo mío era ver historias de amor protagonizadas por hombres y mujeres con carácter, fueron «El espantapájaros y la señora King» y «Remington Steel». Ambas series las veía con mi abuela y las dos esperábamos ansiosas a que la pareja de detectives se dieran un beso, durante capítulos nos conformábamos con que se diesen la mano y analizábamos hasta la saciedad las frases y las miradas que se intercambiaban durante la hora que duraba el episodio. A fecha de hoy si escucho la canción de estos programas dejo lo que estoy haciendo y voy a verlos. Sé que se les notan los años, pero la química entre ellos sigue igual. Años más tarde me sucedió lo mismo con «Luz de Luna», aunque debo confesar que el Espantapájaros y Remington siempre serán mis preferidos. En estos dos casos los finales de las series contaron con la aprobación de mi abuela y la mía, y también la de mi hermana, así que no tuvimos que escribir ningún final alternativo. Te dejo aquí el vídeo con las canciones para que, si eres como yo, sonrías al escucharlas.
A estas alturas ya había empezado a leer novelas de todos los géneros, obviamente de mi edad, nunca he sido un genio, y ya era consciente de que las tramas que me gustaban más eran las que incluían historias de amor y las buscaba por todas partes (un día escribiré un post sobre mis novelas preferidas de pequeña y adolescente, no han cambiado mucho, la verdad). Pero fue en el cine donde sucedió mi último gran flechazo con el amor, dos en realidad, y que me marcaron para seguir con mi extraño y particular camino.
Mi primer flechazo cinematográfico con el amor fue «La chica de rosa», sí, sé que no es ningún clásico y sé que no pasará a la historia del cine, pero a mí me conquistó para siempre y si no la has visto corre a verla. La chica de rosa (clica el título en rojo para ver el trailer) es el principio de todo, es el principio de todas, absolutamente todas las películas, series, novelas sobre amor en el instituto que has visto o leído. DE TODAS. Andie, la protagonista, es una chica sin dinero que se fabrica su propia ropa, escucha música «rara» (jazz y crooners), vive sola con su padre y como no tiene dinero no es popular. ¿Aún no te suena el argumento? Ella tiene un amigo de toda la vida, también un chico raro, pero para el baile de fin de curso el guaperas y niño rico de la clase, Blane, se fija en ella. ¿Blane es bueno? ¿Es malo? ¿Se está riendo de ella? ¿Qué hará Andie? ¿Será fiel a sí misma y a sus orígenes o los traicionará? Vamos, aunque no es un clásico en el sentido técnico, es uno de nuestros clásicos, ¿no crees?

Y por último, mi flechazo con el amor y que me descubrió de un modo inocente (y nada real) la profesión de escritora de literatura romántica es y será siempre Tras el corazón verde. La protagonista de esta película es una escritora de literatura romántica que vive pegada a su ordenador y con un gato como único amigo que recibe un día una llamada de su hermana diciéndole que la han secuestrado y que la liberarán si les entrega un mapa que le mandó a ella por correo. Joan habla con su editora, que le reclama un libro, y hace las maletas para ir a la selva. Allí conoce a un aventurero (y canalla encantador) que se convierte en su socio. Es una película muy divertida y muy romántica y el personaje de Joan es brillante. Cuando vi la película por primera vez leí una entrevista en una revista de cine donde explicaban que para crear a Joan se habían inspirado en Nora Roberts y Johana Lindsey y así fue cómo las descubrí.

A lo largo de los años he leído muchas novelas, he visto un sinfín de series y de películas que me han influenciado, pero siempre recordaré mis flechazos con el amor. ¿Recuerdas tú los tuyos?
Gracias por leer el post que me ha quedado mucho más largo de lo que esperaba ♥
3 respuestas a “Mi flechazo con el amor”
Anna, me parece interesante este post que nos lleva al pasado. Te escribo rápido simplemente para decirte que esta mañana justamente he pensado en la escena de «Tras el corazón verde» cuando un lugareño le abre la puerta de lo que en principio parece una casucha y la reconoce gritando: «Juanita!!!!». Me encanta!!!
Me gustaMe gusta
¡Esa escena es genial, Carme! A mí también me encanta cuando empieza a llegar gente para verla y hablar con ella de sus novelas (y al final se salvan gracias a eso) 😉
Me gustaMe gusta
Hola Anna
Aún no me puedo creer las coincidencias. Yo también veía «Remington Steele», «El espantapájaros y la Sra. King» (mi madre las grababa en vhs), «Dos fuera de serie» (para mi siempre han sido Juana y Sergio). Confieso que no era muy fan de Candy Candy. La película «La chica de rosa» la buscaré. Gracias por la recomendación.
Asombrosa la coincidencia que cites hoy «Tras el corazón verde» justo hoy que he sabido que ha muerto Jo Beverley. Perdemos una autora de romántica peo nos quedan sus novelas. Es curioso porque siempre que me gusta una autora, un cantante o un actor de cine creo que son eternos y no moriran nunca.
Mis flechazos «en general» fueron las películas y series que veía mi madre. Los libros ya fueron una historia más mia que «heredada».
Gracias por tu post. Como siempre me animas el día.
Me gustaMe gusta